Courtois sí camino solo en Anfield. El portero del Real Madrid firmó una actuación memorable y a punto estuvo de rescatar él solito un punto para el equipo de Xabi Alonso, pero el gol de Mac Allister hizo justicia a los méritos del Liverpool y los deméritos del equipo blanco. Naufragio general del conjunto madridista sin juego ni intensidad, superadísimo en el juego aéreo y huérfano de un futbolista que no se arrugara en el centro del campo.
Por una vez Xabi Alonso fue como los trajes de Florentino: predecible. El entrenador del Real Madrid tiró del once del Clásico. No se esperaban sorpresas y no las hubo. Ni una. Camavinga entraba por Mastantuono y el equipo madridista afrontaba su visita a Liverpool con cuatro centrocampistas (incluido Güler) en un sistema flexible que iría pasando del 4-2-3-1 al 4-3-3 con ratos de 4-4-2.
Por si hay algún despistado recordaremos que los elegidos por Xabi Alonso para Anfield eran: Courtois; Valverde, Militao, Huijsen, Carreras; Tchouaméni, Bellingham; Camavinga, Güler, Vinicius y Mbappé. Enfrente Arne Slot apostó por un once con Wirtz, el chico de oro de Xabi que costó 135 millones, de titular en lugar de Gapko y con los veteranos Van Dijk atrás y Salah adelante como primeros espadas del equipo.
Bajo la lluvia (oh, sorpresa) atronó el You’ll never walk alone que removió los cimientos del viejo y remozado Anfield. No hay himno que acojone más. Vale, quizá La Marsellesa si la toca al piano Tchouaméni. El caso es que el estadio del Liverpool es de esos que, como el Bernabéu, alimenta el miedo escénico y encoge al más pintado. A las nueve, hora menos en la pérfida Albión, echó a rodar la pelota. Se la quedaron los locales que, espoleados por su gente, raudo cercaron el área de Courtois.
Aprieta el Liverpool
Apretaba el Liverpool algo pasado de rosca pero esa efervescencia les ayudaba a que el Real Madrid no pudiera dar tres pases seguidos. Güler se echó atrás para darle una mano a Tchouaméni en la salida del balón. Ni por esas. Bellingham estaba casi de falso nueve y Mbappé se movía de lado a lado tratando sin éxito de que alguien le viera. El que sí apareció fue Vinicius, que se pegó un par de carreras que sirvieron para recordar al Liverpool que el Madrid también podía atacar.
El primer disparo lo hizo el Liverpool después de que Wirtz le robara la cartera a Huijsen. La pelota le cayó a Mac Allister, que la empaló con el trasero atrás y mandó la pelota muy arriba. Sufría el Madrid pero se defendía con orden y oficio. Los de Xabi Alonso necesitaban pintar de blanco un centro del campo monocolor en rojo.
Hubo que esperar hasta el minuto 16 para que compareciera al partido Mbappé. Lo hizo con un tiro defectuoso después de que una pared entre Vinicius y Bellingham le dejara un disparo sencillo y franco en la frontal. La jugada, aunque mal acabada, era un síntoma de que el Real Madrid había capeado el temporal inicial y ahora empezaba a manejar el partido.
Callaba Anfield. Crecía el Madrid. Ahora replegaba el Liverpool. Y, con los reds atrás, en una contra de Bradley vio la amarilla Vinicius, que se había despistado en el repliegue y no tuvo más remedio que sujetar con persistencia al lateral inglés. Llegó después una buena ocasión del Madrid en las botas de Tchouaméni, que disparó fuera. Pero la oportunidad gorda fue la de Szoboszlai, que recibió un pase medido para marcar casi desde el punto de penalti. Ahí se topó con la gigantesca figura de Courtois, que se hizo gigante y metió un milagroso pie para abortar el 1-0.
Un penalti fantasma
Ahora vibraba Anfield. Tchouaméni metió una mano innecesaria cuando ni siquiera estaba mirando la pelota a un disparo de Szoboszlai. El colegiado pitó falta fuera del área y el VAR le advirtió de que la acción era dentro. Y dudosa. Eso sí, de penalti no había nada porque Tchouaméni ni se hacía grande ni metía la mano ni nada. La pelota, con la cabeza girada, le dio en la mano por puro azar no porque el francés sacara el brazo. Kovàcs revisó la acción y se echó atrás: ni falta ni penalti. Acertó el VAR en advertir al árbitro y acertó el árbitro en corregirse a sí mismo.
Siguió después la polémica con una acción dentro del área de Robertson sobre Arda Güler. Kovàcs no pitó nada y esta vez acertó porque el defensa del Liverpool rebañó la pelota al turco. La tercera, también en el área red, fue un manotazo de Bradley en la cara a Vinicius cuando el brasileño ya le había regateado. Este sí parecía claro pero ni el colegiado ni el VAR opinaron igual.
De nuevo la mano de Courtois volvió a salvar al Real Madrid. El disparo fue otra vez de Szoboszlai, que armó de nuevo su diestra para toparse con el portero belga. Al filo del descanso perdonó Bellingham el 0-1 en una acción individual dentro del área que concluyó con un tiro raso que sacó con el pie Mamardashvili. Y justo en la prolongación vio Huijsen una amarilla como un piano por llevarse puesto a un jugador del Liverpool. La primera mitad se abrochó con otra parada de Courtois al enésimo disparo de Szoboszlai.
En el descanso Xabi Alonso se dio cuenta del agujero que el Real Madrid tenía en el medio y recolocó ahí a Camavinga. Mandó a Güler a la derecha para intentar tener algo más de profundidad por ese costado y blindar el medio. No hubo que esperar más de un par de minutos para que Courtois volvió a hacer de las suyas. Metió una mano imponente al cabezazo a bocajarro de Van Dijk a la salida de un córner. Y repitió el belga con su sexta manopla voladora esta vez a un testarazo de Ekitiké.
Courtois solo no puede
Anfield estaba viendo las apariciones de un santo, aunque para ellos fuera un demonio. En el 51 le volvió a hacer otra a Szoboszlai al meter los puños a una falta botada por el húngaro. El Real Madrid, acogotado otra vez, no pasaba del medio campo. Bellingham fio una merecida amarilla por una entrada a Gravenberch. Fue la previa del gol del Liverpool que llegó, como las anteriores ocasiones, en un cabezazo. Fue Mac Allister el que sí pudo batir a Courtois, casi a bocajarro, después de que Huijsen se despistara en el marcaje.
Con el 1-0 y el partido ya perdido en Anfield Xabi Alonso masticaba los cambios. Y empezaban a urgir. El Real Madrid trató de estirarse mientras calentaban Rodrygo, Brahim y Raúl Asencio. En el 66 el técnico tolosarra decidió que ingresara al campo Rodrygo. Salió del césped Camavinga, así que Bellingham retrasó su posición al centro del campo. El brasileño pasó a ocupar la banda derecha, esa demarcación que tan poco le gusta.
Apretó ahora el Real Madrid y Mbappé tuvo en sus botas el 1-1 tras una buena jugada de Vinicius. El francés se lamentaba de su falta de puntería y Xabi Alonso preparaba la entrada al campo de Trent. Anfield calentaba la garganta para la madre de todas las pitadas. Que llegaría en el 81 tras varios amagos porque el técnico madridista retrasó el cambio. Se marchó Güler.
Al Madrid no le quedaban ni fuerzas ni ideas para buscar el empate. Sí a Courtois para firmar otra parada más, esta vez a Gapko, y seguir manteniendo a su equipo en el partido hasta el final. En las postrimerías del partido entró Brahim por Fede Valverde, que se había lesionado. Ya no había tiempo. Los de Xabi Alonso no iban a arreglar en cinco minutos lo que habían roto en 90, así que acabaron perdiendo en su visita a Anfield un duelo que, igual que ocurrió con el derbi, volvió a venirles grande.